miércoles, 6 de febrero de 2008

Todas mis canciones..


Al parecer las canciones son tan antiguas como la humanidad y muchas de ellas han trascendido haciéndose inmortales, acompañando generaciones por siglos. A través de ellas el inconsciente colectivo se cristaliza y se difuminan sus mensajes acurrucándose en algún lugar de nuestros recuerdos. Teniendo al amor como principal protagonista ese producto del enlace entre la poesía y la música sin saberlo ha demarcado las diferentes etapas de mi vida como hubo de hacerlo con la historia.
Es de esperar que no recuerde las canciones con las que mi madre me arrullara pero sospecho que fueron las mismas con las que arrulló a mi hermano menor y de esa mi más tierna infancia, como a los cinco años, recuerdo un porro que dice: “el vaquero va cantando una tonada/y la tarde va muriendo hacia el río/por el recuerdo de su dulce amada/lleva su corazón lleno de frío/; estos versos siempre traerán a mi memoria la imagen de mi madre con mi hermano en sus brazos. En esa época de paz y amor mi hermana de apenas catorce años se encerraba en su cuarto y yo del otro lado de la puerta la escuchaba entonar: “Sansón y Dalila”,…“/hombre libre que vas por el mundo/cantando al amor/cantando a la vida/cantando al amor/hombre libre tu llevas el rumbo de tu corazón/”…Martiña y “hoy daría yo la vida/por volverte a ver/” y “es todo un encanto/el sentirme enamorada/y descubrir que soy completamente apasionada/…“Adiós chico de mi Barrio”,“Cenicienta”,“El Vals de las mariposas”,“Una muchacha y una guitarra”,“mi corazón por ti se hizo trovador/para cantar/la vida y el amor/ de Trino Mora. De mi padre aprendí el vals venezolano “Como llora una estrella”.
Entre los cinco y los diez años la escuela y mi madre me acercaron al folclore venezolano con: “Mujer merideña” “Brisas del Torbes” “Brisas del Zulia” “Noches larenses” “Maracaibo en la noche” “Sombra en los medanos” “El manguero” “El cocotero””La Novia del Lago”, “Estoy contento”, “Así cual las brumas del mar”… Era la época de las serenatas y cada cierto tiempo la voz de JH.V. nos sorprendía en la medianoche ofrendándole a mi hermana mayor “Noelia” de Nino Bravo “Plegaria”,.. “Recuerdo que una tarde descubrí que tu pelo/olía como huele la flor de un limonero/”. Mi otra hermana, las más contemporánea, me acerco a ese mundo tan difícil como lo es el baile, a ella la recuerdo en la fiestas del Barrio sudando al ritmo de Billos, Los Master, Los Blancos, los Bailables de Aníbal Velásquez “El Perro de Juanita” “Sal y Agua” “Luto rojo”, “El tucu perro”.
Para ese tiempo las canciones envolvieron mi primer acercamiento con lo masculino y una de las figuras mas importantes de mi infancia, el maestro José Antonio, quedo grabado en mi memoria con una interpretación de Jesús Sevillano “a mi negra la quiero la quiero más que a la cotiza que llevo en el pie”. En 1977, se estrena en Venezuela “Fiebre del Sábado por la noche” dando inicio a una de las épocas de la música que para algunos es de las más grises: el movimiento Disco Music. A ese ritmo electrónico mi mirada se detuvo en uno de mis amigos y entonces mi imaginaría se complacía en los rasgos toscos, duros, feos y guajiros de N.R.; de pequeña estatura y labios desproporcionadamente carnosos N.R. bailaba con destreza y con gran paciencia se dio a la tarea de ser mi profesor a pesar de mi sordera musical, por él suspiraba cada vez que escuchaba “I´ll write a song for you” de Tierra, Viento y Fuego.
Con el tiempo me fui cultivando en aquello de musicalizar mis afectos y por ejemplo recuerdo a mi primer J. con la canción “Tiburón” de Rubén Blades; mi segundo J. con “Sin Rencor”; a R.D. con “Lagrimas” de Roberto Blades; a O.O. con “Amiga” y “Ven devórame otra vez” de Eddie Santiago; a Lemaire con “No voy a mover un dedo” interpretada por Guillermo Dávila y “Thriller” de Michael Jackson, mi sobrinita mayor con la canción de Franco de Vita “Bienvenido sea el tercero entre los dos…”; mis amigos de la Facultad de Medicina con el movimiento merenguero de Wilfredo Vargas, Las chicas del Can, Rudy Pérez, Fernandino Villalona; a M.S. con “te molesta mi amor/ mi amor de juventud/” cantada por Silvio Rodríguez y a J.B. con Mecano.
Un poco antes de mis años en Barlovento N.G. se volvió un huella mnémica anidando en “Y si a pedir mi mano viene” de José Luís Guerra y su 4.40; todos mis días en Higuerote, Caucagua y Marizapa, tienen el nombre de Tito Rojas “El Gallo de la Salsa” que se escuchaba continuamente en las camioneticas Caracas-Barlovento, Barlovento-Caracas. Finalizando aquella etapa apareció JH.C. con quien me cansé de bailar en la discoteca Campomar las canciones de Gilberto Santa Rosa en especial “Sin voluntad”.
Unos pocos años después de estar instalada en Caracas un hombre llego y me arrebató el resto de mis canciones, paso por todos los géneros, empezó por hurtarle a JH.C la canción “Sin voluntad” y se adueño de “El Hombre del Piano” de Billy Joel, luego paso por las primeras canciones de Shakira; “De Repente” y “Avalancha” de Soraya; “Que ya viví que ya te vas”, “Imagínate”, “Llueve otra vez de Silvio Rodríguez”; “Amanecí otra vez entre tus brazos” de Javier Solís; “La Tirana” “Si vuelves tu” de La Lupe; “Quiero abrazarte tanto” de Víctor Manuel; “Tus regalos deberían de llegar” y “Al lado del camino” de Fito Páez y un día el ladrón se fue dejándome con sus canciones que nunca supo eran de él y dio paso a otros y otras que empezaron a donarme representaciones. Recuerdo con especial agrado, de aquella época, a un amigo que un día fue a mi casa y se quedo sorprendido al encontrar entre mi música un CD de nada mas y nada menos que Zitarrosa, se quedo tan sorprendido como yo que aun no entiendo en que momento de transe compré ese CD; coincidimos ambos en que su mejor canción era “Milonga para una niña”, ese día inmediatamente después de él irse escuche por segunda vez la canción para ver si se me quitaba la vergüenza de ser tan farsante, por su puesto que ese amigo esta abrigado en mi memoria por esa pieza y con “Partisano” de Miguel Bosé. De pronto me vi acompañada de quien se quedo en mi historia aliado a Pedro Guerra y “La lluvia nunca vuelve hacia arriba” “Contra el poder”; Eduardo Aute y “Pasaba por aquí” “Ay de ti Ay de mi”; Manolo García e “Insurrección”; Aterciopelados y “Maligno”; “Decisiones” de Rubén Baldes; “Quemarse los pies “ De Ana Belén …… luego que éste ser impensado se alejara, repentinamente llego del pasado un personaje mítico y casi ilusorio que me envolvió con la canción “Blanca Gaviota” de Ali Primera.
Todos ha quienes amo y he amado tienen una o mas canciones: mi amiga Elizabeth canciones de Sandro, Mocedades, Tito Rodríguez; Sergia canciones de Cecilia Todd, Mercedes Sosa y Roxana; Gladys con canciones de Neri Per Caso; Eloi el Jazz Brasileño; Adela con Miguel Bosé; Edilia y “Micaela” de Pete Rodríguez, mi pequeña hija con “Cristal” de Simón Díaz, mi hermano con “Solo le pido a Dios” de León Gieco, mi sobrino mas pequeño y “La vaca mariposa” de Simón Díaz, Yasenia con “El Padrino” , Wileima con “I feel good”.
Hace pocas semanas en una de esas noches en las cuales a mi niña la tomara la gripe, ella en su malestar pedía que le cantara “recueo aye”, no entendí su lenguaje pueril e inicie todo un ritual en el que le regale mi repertorio de valses venezolanos con los que la arrullo y fue cuando supe que me pedía cantar “Como llora una estrella”, mi hija pidiendo una canción que lleva el nombre ausente de mi padre; entonces sentí la vida como un cuento circular, entendí, por ejemplo: que la única razón por la que mi maestro José Antonio me obsequio la canción de Jesús Sevillano fue para que se la cantara a mi hija muchos años mas tarde; que mi abuelo le cantaba a mi madre “Dos arbolitos” sólo para que un día, casi cien años después, la encontráramos en la pagina 29 de un libro y a través de ella lográramos un hermoso encuentro con él después de casi 40 años de muerto y al mismo tiempo pude volver a disfrutar de Eduardo Liendo en “Si yo fuera Pedro Infante”; entendí que Zitarrosa estaba en mi casa aquella misteriosa tarde sólo para acompañar a mi amigo en una de sus etapas mas tristes. Reconocí en todas mis canciones una especie de cincel que ha tallado en mi memoria a quienes más he querido, proporcionándoles esa pequeña inmortalidad de la que habla Kundera; quizás por el miedo al olvido los obligo ha trascender su propia historia y prolongarse en la mía, reteniendo sus almas en cada verso entonado y así el proceso del recuerdo será una acto de amor y lo recordado un objeto preservado en el amor y como dice Pedro Guerra “eso quedara aunque caigan las hojas/eso quedara aunque vuelva a vivir/eso quedara amarrado a mi sombra/eso quedara en mí/”

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