Hoy, en horas de la mañana, me
dispuse a repetir uno de mis tantos domingos infantiles viendo un poco de
comiquitas aún acostada agarrando fuerzas para levantarme. En un casi eterno zapping, debí aterrizar en HBO Family donde pasaban uno de los comics de Batman. Fue inevitable
recordar que yo crecí con Batman, lo pasaban en Venevisión a eso de las cinco
de la tarde. Fue uno de los héroes que me acompañaron en mi infancia junto con
Superman, El Llanero Solitario, Centella, Meteoro, El Hombre Araña y El Chapulín
Colorado. Había más en esa época, pero sólo con estos crecí yo. Batman, con su
extraño traje y su escenografía tan psicodélica, tan de los sesenta; hace
tiempo leí que esa serie en particular era una parodia a los superhéroes, aun
no sé si eso tiene algo de real, quizás puede ser cierto, era el tiempo de los
sarcasmos y las ironías. Lo cierto es que a partir de los 80 muchos Batman han
nacido: unos más guapos que otros, unos más inteligentes que otros, unos más atormentados
que otros, unos más Ninjas que otros y unos más Gays que otros; casi todos
estos Batmans los he visto, pero el de hoy fue una sorpresa. Ya con mi control descansado
y detenida en HBO Family me dispuse a
ver Batman, año uno; un comics que al
parecer sólo salió en formato DVD y Blue Ray en el año 2011. Densa, oscura,
sórdida, con un Batman digno de vivir en una Ciudad Gótica convertida en Sin City. Luego supe que la asociación
que tuve entre las dos películas tiene como enlace al historietista y cineasta
Frank Miller. No soy una experta ni una gran fans de Batman, pero ésta es
recomendable.
Ya levantada invite a mi hija a
desayunar, primera sorpresa: mi carrita (Luna) amaneció desenfrenada (algunos
lo llaman ¿frenos largos? Yo lo llamo: mejor dejo el carro en casa). A patica
fuimos a desayunar y caminamos como hacía tiempo no lo hacíamos hasta descansar
al mediodía en un inevitable: Centro Comercial. Nunca he encontrado mucha
diversión en ellos, no soy compradora de Centros Comerciales (lo soy de otras
cosas y en otras tiendas). Con cara de estoy muy aburrida, mire a mi hija y le
pregunté: ¿y ahora que hacemos? Y ella que me conoce me dijo: Vamos al cine. Y
allí estábamos revisando las películas y decidiendo entre: Jack el Cazagigantes,
Operación Escape y Iron Man III. A mí no me gustan las películas que distorsionan
los cuentos originales, a ella no le gustan de Monstruos y decidimos entrar a
ver Iron man III. No soy fans de los
Superhéroes y ese no me acompañó en mi infancia por lo que no le debo nada; he
visto las anteriores junto con mi hermano en DVD y me es insoportable lo
arrogante del personaje, aunque creo que es Robert Downey Jr. porque lo encuentro
igual de arrogante en Sherlock Holmes,
lo que me hace pensar que no actúa: él es así. Lo cierto es que la película me
divirtió, es una película que se acerca a la Neurosis de los Superhéroes. En mi
infancia lo hizo El Hombre Araña, ese
de los primeros comics, vacilante, dubitativo, con una conversación constante
consigo mismo, con diálogos de altura
como los que según Mega Mente todo
Superhéroe amerita para impregnar su firma. Ese Hombre Araña se quedó en la TV,
porque al ser pasado al cine solo mostro un adolescente inseguro, torpe, burla
de todo el grupo de pares, más que Neurótico “acomplejado” dejando sin
representación a la Neurosis dentro de los Superhéroes. Pues Iron Man llegó con la máxima
representación actual de la Ansiedad: Los Ataques de Pánico. Más humano, más
sensible, con mayor capacidad de introspección sin dejar a un lado su humor
negro y su sarcasmo, Iron Man en ésta ocasión hace una excelente despedida de
sus superpoderes sin dejar de ser lo que es un Superhéroe.
Por cierto, lo que más me gusto
es que Pepper al final tuviese el poder y la fuerza para cerrarle la boca a Tony
Stark, no lo hizo, pero pude fantasear viéndola cerrarle la boca de un
superpuñetazo!!!
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