Hoy me levante como todos los días, deseando que el
horario de trabajo fuese de diez de la mañana a tres de la tarde, pero la realidad
es que La Organización
del Trabajo, inhumana y contranatura como es ella, nos impone un horario
diferente que nos empuja a levantarnos, cunado menos, a las 4:00 a.m. para
poder estar en nuestros puestos de trabajo a las siete de la mañana. Luego de
la rutina de preparación, tanto la mía como la de mi hija, me dispuse a
trasladarme a mi sitio de trabajo y como mi Luna esta un poquito enfermita me
tocaba irme “a pie” es decir tomar una “camionetita”. Allí mientras escuchaba,
muy a mi pesar, la estridencia de un reguetón, me enteraba de los últimos
acontecimientos de ésta ciudad descrito por dos pasajeros que inmutables parecían
contar una película, una historia fría, ajena, lejana y al mismo tiempo tan de nosotros:
-
- Mi
esposo me dijo que los habían matado ayer. Eso se veía venir. Mi esposo los conocía,
ellos se burlaban de él, le decían Güevon hasta cuando vas a seguir siendo mototaxista.
Ellos se la pasaban luciendo cadenas de oro, carros nuevos y una motos
arrechisimas!!! Yo le digo a mi esposo, ellos tenias motos y carros y rial pero
tu estas vivo.
-
- Así
me dijeron, parece que les metieron plomo hasta en la yema de los dedos.
-
- Mi
esposo andaba mal, él vio los cadáveres y los
sesos estaban pegado en las paredes.
-
- Ellos
se lo buscaron.
-
- Ya
uno no sabe ni quienes son. Hasta el mas pendejo es uno de ellos!!
-
- Coño
si, el hijo de la comadre Yadira, que hasta cara de mongolico tenia y que yo siempre
pensé que era retardado, me entere que era de los peores, Y eso que ese chamo
lo tenia todo, porque mi comadre se fajo para darle todo. Tenia su casa allá
arriba, una casa grandota y lo que pidiese se lo daban. Pero igual lo mataron,
no tenia ni treinta.
-
- Y
el muchachito de Las Adjuntas?
-
- Ese
cuando vio venir a los carajos a los que les había quitado una pistola, solo
como que dijo “coño me jodi”….
-
- Así
dicen, bueno, así dice la carajita que estaba con él, una pelito corto que no
pudo ni ir al entierro.
-
- A
mi compadre un amigo le encañono a uno de sus hijos por el pecho, el carajo y
que estaba jugando y el niño tiene pesadillas y no puede dormir…
-
- Coño,
alguien le hace eso a mi hijo y lo mato…
- Llegue a mi parada, me baje con cuidado no me fuese a atropellar
un mototaxista. Aunque iba tarde a mi trabajo invite a mi hija a comer juntas y
en un “restaurant” como le dice ella a una arepera de las menos honrosa que he
conocido, nos comimos una empanada grasienta con café con leche frío, me sabia
una irresponsable por darle ese desayuno a mi hija y porque llegaría tarde
a su colegio y a mi trabajo, pero la quería muy cerquita a mí esa mañana. La veía comer y
escuchaba sus cuentos de niña mientras pensaba la manera de inventarle la vida.
Termine mi jornada laboral sin saber a donde dirigirme, deje pasar la tarde, con
una angustia inusual, no con esa angustia que he sabido llevar desde los cinco
años, era otra, desconocida, oculta, extraña, peligrosa.
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