Hace unos meses, en una grata discusión con un amigo, éste, ante mi intervención en la que alegue al Genero, vaya usted a saber porqué y para qué, saltó inmediatamente para corregir mi gran error ante el uso de dicha palabra ya que para él: “el Género no existe”. No me sorprendió para nada dicha postura, y no quise en ese momento alargar la discusión, francamente por el resto de las personas que se aburrirían eternamente con el tema, pero prometí este escrito y tres meses después me propongo a terminarlo.
En un esfuerzo de reivindicación del término, es necesario remontarnos a los orígenes del mismo y para ello tomaremos un recorrido que hace A. Jeanette Bastidas Hernández-Raydán en su articulo “Género y educación para la paz: Tejiendo utopías posibles” en el que nos recuerda que: El concepto género (…) es una de las bases primordiales de la teoría feminista. Fue usado, inicialmente, en el ámbito de la biología, la medicina y la lingüística (…). El feminismo académico anglosajón, lo incorporó en la década de los años 70 del siglo XX. Joan Scott afirma que “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y es una forma primaria de relaciones significantes de poder.” Para Seyla Benhabib, “el género es la construcción diferencial de los seres humanos en tipos femeninos y masculinos, es decir, es una categoría relacional.”Marcela Lagarde argumenta que “el género es la categoría correspondiente al orden sociocultural configurado sobre la base de la sexualidad (…) definida y significada históricamente por el orden genérico (…) es más que una categoría, es una teoría amplia…es una construcción simbólica (…) El hecho de que la categoría de género permita entender que la dinámica entre hombres y mujeres es socio históricamente construida, posibilita que esta dinámica sea cambiada.” Para María Dolores Ramos “el género es una construcción cultural que rige las relaciones sociales entre los sexos y los códigos normativos y valores filosóficos, políticos, religiosos, a partir de los cuales se establecen los criterios que permiten hablar de lo masculino y lo femenino, y unas relaciones de poder asimétricas, subordinadas, aunque susceptibles de ser modificadas en el transcurso del tiempo. Ambas autoras destacan la posibilidad de transformar las relaciones genéricas, lo cual valida la importancia de los aspectos educativos.
De todos los acercamientos conceptuales A. Jeanette Bastidas Hernández-Raydán concluye que el género es un principio básico de organización de las sociedades. Implica un sistema de relaciones sociales, simbólicas y psíquicas que atribuyen y distribuyen unas características, significaciones y expectativas al cuerpo sexuado, ubicando a las mujeres y lo femenino en forma desfavorable respecto a los hombres y lo masculino, en un espacio de articulación del poder, que justifica las desigualdades de género.
El llegar a una comprensión del hombre y de la mujer en tanto sujetos sociales que cumplen roles diferentes dentro de la dinámica social, ha determinado logros como: el reconocimiento de la vulnerabilidad de la mujer a las enfermedades como consecuencia de la practica laboral remunerada, la practica domestica, las que se operan en su cuerpo vinculadas a la reproducción biológica y las funciones de sostén de la familia, fenómeno social que Jaime Breil llama “La Triple Carga” (Trabajo, Practica domestica y Procreación); se han logrado identificar los protectores de la Salud Mental según el Género; el reconocimiento del hombre como vulnerable a la violencia social cotidiana y al manejo de la agresión para determinar su género; entre otros. Sin embargo, estos logros, unidos a muchos otros en el campo de la educación, las leyes, la salud, lo laboral, etc. son desdibujados y descalificados día a día por una cultura patriarcal que opera desde la misoginia. La palabra GÉNERO, sin descanso, es atacada y vaciada de manera que pierda su esencia, su significado y por su puesto deje de ser la punta de lanza del movimiento feminista hasta convertirse en una nada.
En el año 2004 La Real Academia Española (RAE) recomienda el uso de la expresión "Violencia Doméstica" y no "de Género", y propone que el proyecto de Ley integral contra la violencia de género que prepara el Gobierno Español pase a denominarse "Ley Integral contra la violencia doméstica o por razón de sexo". Llama la atención que en un país en el cual ese mismo año murieron 72 mujeres: 69 de ellas asesinadas por su pareja o ex pareja, en dos de las ocasiones, el agresor acabó también con la vida de la madre de su víctima y hasta una amiga de una de las mujeres asesinadas sufrió el mismo final; a pesar de esta lista negra la RAE se preocupe es por el uso de una palabra, palabra que tiene cuarenta años, al menos, no solo siendo usada sino estudiada; y proponga Violencia Doméstica termino que es muy diferente a Violencia de Género.
¿Porque 30 años después del uso académico de la palabra, de los logros obtenidos a través de ella, del acercamiento a lo humano que deviene de la misma, la RAE salta al ataque contra ella, dejando un sequito que día a día la destruye? Desde mi perspectiva la palabra Género pasó a ser un significante de los movimientos “revolucionarios” de los últimos quince años. La lucha feminista, equívocamente, está siendo asociada a los movimientos de izquierda y su consorte el comunismo, cuando no hay un movimiento que haya sido más descalificador con la posición feminista que éste último.
En su articulo “Miembras y carne de membrillo” el columnista Arturo Peréz Reverte, en uno de los discursos mas misóginos que hasta ahora he leído, nos dice: Bibiana Aído, que es de Cádiz, procede de esa nueva casta política de feministas crecida en Andalucía a la sombra del régimen chavista; que así, dándoles cuartelillo, las tiene entretenidas y goteando agua de limón” Este ataque desproporcionado tiene lugar por el uso como dice Alexis Márquez: ”a veces maniático de discriminar explícitamente el género gramatical de los sustantivos cuando nos referimos a los dos sexos en lugar de emplear lo que tradicionalmente se han tenido como vocablos genéricos que engloban a ambos sexos“ Estamos hablando de expresiones tales como: presidenta y presidente, diputada y diputado, medico y medica, etc.. Luego de un profundo análisis el Sr. Arturo Pérez llega a la conclusión que por utilizar ese vocabulario la diputada Bibiana Aído es Chavista!!! Me pregunto: ¿Ahora el feminismo es Chavista? ¿Pasara este movimiento por la misma suerte que ha pasado el pobre Marx de quien ahora se cree fue Chavista? Por otro lado los movimientos feministas latinoamericanos, hoy día, han vendido su lucha de tantos siglos al convertirse en el brazo guardián y verdugo de los grandes líderes fieles representantes del poder patriarcal, sus intereses se han concentrado en asegurar el uso discriminado del género gramatical en las leyes, un cambio de forma más no de fondo. Se muestran grandiosas utilizando su recién hallado vocabulario y como buenas protagonistas de novela están pendientes de agradar a su galán y no de la búsqueda de políticas de igualdad de oportunidades. Al final del día, quienes atacan la palabra Género y quienes la usan y mal usan, no son más que productos de una misma cultura patriarcal y ambos tienen la misma función: sabotear las luchas por igualdad de oportunidades y desfigurar el movimiento feminista; y cual imagen especular cumplen su objetivo, unos moviéndose a la izquierda otros a la derecha, ambos con decididos movimientos quirúrgicos.
Para concluir, no podemos negar que es arbitrario el uso discriminado del genero gramatical sobre todo cuando es obvia la vacuidad del discurso en el cual va inserta esta distinción, pero nunca debería ser motivo para decretar que el Género no existe, yo siempre estaré entre quienes afirmamos que las diferencias entre hombres y mujeres son producto de un complejo proceso social que no se explica solo por la Biología y para quienes no comparten esta visión bienvenida sea la diferencia y la elocuente imagen de arriba...
En un esfuerzo de reivindicación del término, es necesario remontarnos a los orígenes del mismo y para ello tomaremos un recorrido que hace A. Jeanette Bastidas Hernández-Raydán en su articulo “Género y educación para la paz: Tejiendo utopías posibles” en el que nos recuerda que: El concepto género (…) es una de las bases primordiales de la teoría feminista. Fue usado, inicialmente, en el ámbito de la biología, la medicina y la lingüística (…). El feminismo académico anglosajón, lo incorporó en la década de los años 70 del siglo XX. Joan Scott afirma que “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y es una forma primaria de relaciones significantes de poder.” Para Seyla Benhabib, “el género es la construcción diferencial de los seres humanos en tipos femeninos y masculinos, es decir, es una categoría relacional.”Marcela Lagarde argumenta que “el género es la categoría correspondiente al orden sociocultural configurado sobre la base de la sexualidad (…) definida y significada históricamente por el orden genérico (…) es más que una categoría, es una teoría amplia…es una construcción simbólica (…) El hecho de que la categoría de género permita entender que la dinámica entre hombres y mujeres es socio históricamente construida, posibilita que esta dinámica sea cambiada.” Para María Dolores Ramos “el género es una construcción cultural que rige las relaciones sociales entre los sexos y los códigos normativos y valores filosóficos, políticos, religiosos, a partir de los cuales se establecen los criterios que permiten hablar de lo masculino y lo femenino, y unas relaciones de poder asimétricas, subordinadas, aunque susceptibles de ser modificadas en el transcurso del tiempo. Ambas autoras destacan la posibilidad de transformar las relaciones genéricas, lo cual valida la importancia de los aspectos educativos.
De todos los acercamientos conceptuales A. Jeanette Bastidas Hernández-Raydán concluye que el género es un principio básico de organización de las sociedades. Implica un sistema de relaciones sociales, simbólicas y psíquicas que atribuyen y distribuyen unas características, significaciones y expectativas al cuerpo sexuado, ubicando a las mujeres y lo femenino en forma desfavorable respecto a los hombres y lo masculino, en un espacio de articulación del poder, que justifica las desigualdades de género.
El llegar a una comprensión del hombre y de la mujer en tanto sujetos sociales que cumplen roles diferentes dentro de la dinámica social, ha determinado logros como: el reconocimiento de la vulnerabilidad de la mujer a las enfermedades como consecuencia de la practica laboral remunerada, la practica domestica, las que se operan en su cuerpo vinculadas a la reproducción biológica y las funciones de sostén de la familia, fenómeno social que Jaime Breil llama “La Triple Carga” (Trabajo, Practica domestica y Procreación); se han logrado identificar los protectores de la Salud Mental según el Género; el reconocimiento del hombre como vulnerable a la violencia social cotidiana y al manejo de la agresión para determinar su género; entre otros. Sin embargo, estos logros, unidos a muchos otros en el campo de la educación, las leyes, la salud, lo laboral, etc. son desdibujados y descalificados día a día por una cultura patriarcal que opera desde la misoginia. La palabra GÉNERO, sin descanso, es atacada y vaciada de manera que pierda su esencia, su significado y por su puesto deje de ser la punta de lanza del movimiento feminista hasta convertirse en una nada.
En el año 2004 La Real Academia Española (RAE) recomienda el uso de la expresión "Violencia Doméstica" y no "de Género", y propone que el proyecto de Ley integral contra la violencia de género que prepara el Gobierno Español pase a denominarse "Ley Integral contra la violencia doméstica o por razón de sexo". Llama la atención que en un país en el cual ese mismo año murieron 72 mujeres: 69 de ellas asesinadas por su pareja o ex pareja, en dos de las ocasiones, el agresor acabó también con la vida de la madre de su víctima y hasta una amiga de una de las mujeres asesinadas sufrió el mismo final; a pesar de esta lista negra la RAE se preocupe es por el uso de una palabra, palabra que tiene cuarenta años, al menos, no solo siendo usada sino estudiada; y proponga Violencia Doméstica termino que es muy diferente a Violencia de Género.
¿Porque 30 años después del uso académico de la palabra, de los logros obtenidos a través de ella, del acercamiento a lo humano que deviene de la misma, la RAE salta al ataque contra ella, dejando un sequito que día a día la destruye? Desde mi perspectiva la palabra Género pasó a ser un significante de los movimientos “revolucionarios” de los últimos quince años. La lucha feminista, equívocamente, está siendo asociada a los movimientos de izquierda y su consorte el comunismo, cuando no hay un movimiento que haya sido más descalificador con la posición feminista que éste último.
En su articulo “Miembras y carne de membrillo” el columnista Arturo Peréz Reverte, en uno de los discursos mas misóginos que hasta ahora he leído, nos dice: Bibiana Aído, que es de Cádiz, procede de esa nueva casta política de feministas crecida en Andalucía a la sombra del régimen chavista; que así, dándoles cuartelillo, las tiene entretenidas y goteando agua de limón” Este ataque desproporcionado tiene lugar por el uso como dice Alexis Márquez: ”a veces maniático de discriminar explícitamente el género gramatical de los sustantivos cuando nos referimos a los dos sexos en lugar de emplear lo que tradicionalmente se han tenido como vocablos genéricos que engloban a ambos sexos“ Estamos hablando de expresiones tales como: presidenta y presidente, diputada y diputado, medico y medica, etc.. Luego de un profundo análisis el Sr. Arturo Pérez llega a la conclusión que por utilizar ese vocabulario la diputada Bibiana Aído es Chavista!!! Me pregunto: ¿Ahora el feminismo es Chavista? ¿Pasara este movimiento por la misma suerte que ha pasado el pobre Marx de quien ahora se cree fue Chavista? Por otro lado los movimientos feministas latinoamericanos, hoy día, han vendido su lucha de tantos siglos al convertirse en el brazo guardián y verdugo de los grandes líderes fieles representantes del poder patriarcal, sus intereses se han concentrado en asegurar el uso discriminado del género gramatical en las leyes, un cambio de forma más no de fondo. Se muestran grandiosas utilizando su recién hallado vocabulario y como buenas protagonistas de novela están pendientes de agradar a su galán y no de la búsqueda de políticas de igualdad de oportunidades. Al final del día, quienes atacan la palabra Género y quienes la usan y mal usan, no son más que productos de una misma cultura patriarcal y ambos tienen la misma función: sabotear las luchas por igualdad de oportunidades y desfigurar el movimiento feminista; y cual imagen especular cumplen su objetivo, unos moviéndose a la izquierda otros a la derecha, ambos con decididos movimientos quirúrgicos.
Para concluir, no podemos negar que es arbitrario el uso discriminado del genero gramatical sobre todo cuando es obvia la vacuidad del discurso en el cual va inserta esta distinción, pero nunca debería ser motivo para decretar que el Género no existe, yo siempre estaré entre quienes afirmamos que las diferencias entre hombres y mujeres son producto de un complejo proceso social que no se explica solo por la Biología y para quienes no comparten esta visión bienvenida sea la diferencia y la elocuente imagen de arriba...
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