Llama la atención cómo actualmente un grupo importante de personas se autocalifican como afanados lectores, y más llama la atención cuando preguntas los títulos de los últimos libros leídos como un grito colectivo puedes escuchar: El Alquimista, Verónica decide morir, Quien se llevo mi queso, El Caballero de la Armadura Oxidada, La culpa es de la Vaca, etc. Estas reflexiones nacen un día cualquiera de Abril cuando me dispuse a dar uno de mis cotidianos paseos por el C.C. Galerías Paraíso y entrar a NACHO; al llegar me tope de frente con una mujer que parecía sacada de una telenovela de Padrón: alta, morena, robusta, vestía un traje verde manzana muy vaporoso al estilo hindú, toda ella era verde manzana: el maquillaje de los ojos, los accesorios, la cinta con la que amarraba su cabello en una larga y postiza cola de caballo. Pero no fue su aspecto físico sino su discurso lo que más me consterno: con voz tenue y aplanada daba consejos a una ¿amiga?, ¿cliente?, ¿discípula? Con un aire etéreo le explicaba cómo debía mantenerse libre de todo mal sentimiento y pensamiento negativo de manera que ninguno de esos, pensamientos o sentimientos, se devolvieran como un boomerang y dieran de frente a su autoestima ¡¿?!.
Han sido tantos años oyendo hablar de autoestima que ya en la actualidad la palabra ha derivado en una idea mágica, un producto de mercado dirigido específicamente a la población mas vulnerable ya sea económica, cultural, emocional o intelectualmente, es el arco de triunfo que nos abrirá el camino hacia la gloria, el pasaje que nos conducirá a ese tesoro absoluto llamado felicidad. La mayoría de estos libros sustentan sus consejos en la idea de “quererse a sí mimos”, tergiversada y convertida en egoísmo, individualismo, egocentrismo, personalismo, impulsividad, irreflexión, negación de las emociones, eliminación de los procesos de duelo suplantados por el actuar inmediato, y al final del camino no se impulsa al cambio sino a la aceptación y casi resignación de quien eres y cómo eres ya que de lo contrario (no te quieres ni aceptas como eres) estarás dándole un golpe certero a tu autoestima y nadie querrá algo semejante!!!!
Quizás lo más dañino de éste manejo de la frase “autoestima”, es que provoca y sustenta la negación y decretan cuales son las emociones “buenas” y cuales son las “malas”, incitando al individuo a no autoevaluarse si de ello deriva alguna apreciación “negativa” por mas cierta que esta fuere. Recuerdo a un señor de 56 años que al levantarse por las mañanas se decía a sí mismo: no estás viejo, no tienes canas, no tienes arrugas; para él eran caricias a su autoestima que lo llevaron a una competencia con hombres mucho más jóvenes ocasionándole un episodio de angina de pecho o una señora quien confiesa no sentir odio por su exesposo en tanto ella no “alberga odio en su corazón” para ella él era solo “un perro muerto”, esa señora que tenia una seria dificultad para convertir en palabras sus emociones era una fiel lectora de libros de autoestima, lectura con la que acentuaba mas su dificultades de verbalizar sus emociones y acrecentaban sus enfermedades psicosomáticas en su caso la fibromialgia.
Estoy por creer que todo esto de los libros de autoestima son parte de una conspiración organizada por una abstracción creada desde mi paranoia y que llamo Orden Mundial, que nos quiere a nosotros sus ciudadanos, con un pensamiento único, creyéndonos lo mas humanos posible porque “no odiamos” ni nos quejamos, ni sabemos donde estamos parados, no cuestionamos, no dudamos, solo vivimos “felices” y “exitosamente resignados” en una suerte de “Mundo Feliz” con una sonrisa trastornada en nuestros labios.
Han sido tantos años oyendo hablar de autoestima que ya en la actualidad la palabra ha derivado en una idea mágica, un producto de mercado dirigido específicamente a la población mas vulnerable ya sea económica, cultural, emocional o intelectualmente, es el arco de triunfo que nos abrirá el camino hacia la gloria, el pasaje que nos conducirá a ese tesoro absoluto llamado felicidad. La mayoría de estos libros sustentan sus consejos en la idea de “quererse a sí mimos”, tergiversada y convertida en egoísmo, individualismo, egocentrismo, personalismo, impulsividad, irreflexión, negación de las emociones, eliminación de los procesos de duelo suplantados por el actuar inmediato, y al final del camino no se impulsa al cambio sino a la aceptación y casi resignación de quien eres y cómo eres ya que de lo contrario (no te quieres ni aceptas como eres) estarás dándole un golpe certero a tu autoestima y nadie querrá algo semejante!!!!
Quizás lo más dañino de éste manejo de la frase “autoestima”, es que provoca y sustenta la negación y decretan cuales son las emociones “buenas” y cuales son las “malas”, incitando al individuo a no autoevaluarse si de ello deriva alguna apreciación “negativa” por mas cierta que esta fuere. Recuerdo a un señor de 56 años que al levantarse por las mañanas se decía a sí mismo: no estás viejo, no tienes canas, no tienes arrugas; para él eran caricias a su autoestima que lo llevaron a una competencia con hombres mucho más jóvenes ocasionándole un episodio de angina de pecho o una señora quien confiesa no sentir odio por su exesposo en tanto ella no “alberga odio en su corazón” para ella él era solo “un perro muerto”, esa señora que tenia una seria dificultad para convertir en palabras sus emociones era una fiel lectora de libros de autoestima, lectura con la que acentuaba mas su dificultades de verbalizar sus emociones y acrecentaban sus enfermedades psicosomáticas en su caso la fibromialgia.
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2 comentarios:
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